Tal y como su nombre indica, el Slow Gym es una disciplina que trabaja en profundidad todos los grupos musculares pero a través de una serie de movimientos lentos. En los últimos años, hacer Slow Gym se ha convertido en una práctica que está adquiriendo mucho auge. Especialmente entre aquellas personas que debido a su ritmo de vida no disponen de mucho tiempo para hacer ejercicio. Hoy queremos precisamente conocerla un poco más en profundidad.
¿Qué es el Slow Gym y en qué consiste?
El Slow Gym es una práctica que combina la relajación y el ejercicio físico. No en vano, se considera heredera del stretching o el yoga al trabajar tanto el cuerpo como la mente. Una rutina que fusiona algunas prácticas de pilates, Tai-Chi y entrenamiento funcional. Gracias a esta combinación, nos permitirá aprender a respirar y a liberar el estrés acumulado después de cada jornada diaria.
El equilibrio entre el cuerpo y la mente que se consigue al hacer Slow Gym se sustenta en una serie de movimientos lentos. No tiene absolutamente nada que ver con los ejercicios intensos de otras disciplinas. Entre las que se podrían mencionar el body pump, el crossfit, el body combat o el fitness. Aquí lo que se trata es de aprovechar al máximo el sosiego para cuidar tanto el aspecto físico como el mental. La idea es sentir y percibir cada uno de los movimientos que se llevan a cabo.
¿Quiénes pueden hacer Slow Gym?
Pueden hacer Slow Gym tanto hombres como mujeres. Y está especialmente indicado para aquellos que buscan una rutina suave de ejercicios. También es de gran ayuda para las personas que sufren de algún tipo de dolencia o lesión y no pueden realizar actividades físicas de impacto. Los movimientos sosegados de esta disciplina son, por tanto, la mejor opción para poder hacer ejercicio sin riesgo para esas lesiones.
Beneficios de hacer Slow Gym
Hacer Slow Gym es muy beneficioso para todos aquellos que sufran de estrés y ansiedad, dolores en el cuello o en la espalda y problemas lumbares. Al practicar esta disciplina se consigue encontrar la armonía y el equilibrio. De esta manera, se logra una mayor calidad de vida a medida que se va practicando. Se trabajan conceptos tan importantes como la coordinación, la movilidad y la flexibilidad para ganar en una mejor postura corporal. Al mismo tiempo, es una práctica ideal para tonificar y elongar los músculos del cuerpo.
En este sentido, hay que resaltar que un músculo más elongado por la práctica de este tipo de entrenamiento soportará mejor las tensiones diarias y se hará más fuerte frente a las lesiones. Pero frente al apartado físico, el Slow Gym también nos brinda beneficios en el plano mental. Porque al cuidado del cuerpo se le une el autoconocimiento, de ahí que sea una terapia antiestresante.
Una rutina sosegada y sin sudor
Una vez que se practica Slow Gym se percibe que se trata de una rutina de ejercicios ideales para cuidarse de manera tranquila y sin mucho esfuerzo. No hay atisbo de sudor ni de dolores musculares posteriores a consecuencia de la intensidad. Los movimientos se basan en cadencias de ejercicios de 10 segundos.
También es cierto que al hacer Slow Gym tal vez haya personas que necesiten de algo más. Es decir, pueden ver esta disciplina como algo demasiado pausado. En realidad, hay que tener en cuenta que precisamente lo que se busca es la lentitud para equilibrar cuerpo y mente. Una vez que se acepta y se controla este sosiego, el Slow Gym pasará a ser una práctica más que beneficiosa.
En definitiva, hacer Slow Gym es la nueva práctica que se está implementando para ponernos en forma. Una manera de indicarnos que entrenar más rápido no siempre resulta lo más efectivo. La calidad sobre la cantidad y el cuidado extremo de la técnica son sus principales señas de identidad. Y es que a pesar de su lentitud, podemos estar quemando calorías de la misma manera que con un ejercicio de ritmo más elevado.