Desde el momento en el que naces hasta alrededor de los 30 años, tus músculos crecen y se fortalecen. Pero, a partir de este momento, el cuerpo comienza a perder masa y función muscular. La causa es la sarcopenia, que provoca que las personas físicamente inactivas puedan perder entre el 3% y el 5% de su masa muscular cada década después de los 30 años. En este artículo te explicamos qué es la sarcopenia y cómo puedes evitarla.
¿Qué es la sarcopenia?
No hay mucha gente que sepa qué es la sarcopenia, aunque sus efectos los padece una gran cantidad de la población. La sarcopenia es una enfermedad asociada con el proceso de envejecimiento que se caracteriza por pérdida de masa y fuerza muscular. Esta, a su vez, afecta el equilibrio, la forma de andar y la capacidad general para realizar las tareas de la vida diaria que requieren un poco de esfuerzo.
La sarcopenia ocurre más rápido alrededor de los 75 años de edad. Pero también puede acelerarse a partir de los 65 o tan tarde como a los 80: la mayor o menor probabilidad de aparición tendrá que ver con el estado físico concreto de cada persona. Pero, en cualquier caso, siempre es un factor de riesgo de fragilidad y la probabilidad de caídas y fracturas en adultos mayores. No hay ninguna prueba o nivel específico de masa muscular que pueda diagnosticar la sarcopenia, pero cualquier pérdida de masa muscular es importante porque disminuye la fuerza y la movilidad.

Síntomas y causas de la sarcopenia
La sarcopenia, que se observa con mayor frecuencia en personas inactivas, también afecta a aquellos que permanecen físicamente activos durante toda su vida. Esto indica que aunque un estilo de vida sedentario contribuye a esta enfermedad, pero no es el único factor relevante para su aparición.
A medida que envejecemos los niveles hormonales cambian, los requerimientos de proteína se alteran, las neuronas motoras mueren.
y tendemos a volvernos más sedentarios. Cuando la sarcopenia se combina con otras enfermedades asociadas con el envejecimiento, sus efectos pueden ser aún más pronunciados.
La pérdida de masa y fuerza muscular es un factor de riesgo significativo para la discapacidad en la población envejecida. Cuando los pacientes sufren tanto de sarcopenia como de osteoporosis, el riesgo de caídas y fracturas es mayor. Por lo tanto, el tratamiento de la sarcopenia a su vez ayudará a disminuir su carga sobre las enfermedades coexistentes.
Combatir la sarcopenia
Los científicos han creído durante mucho tiempo que la pérdida de masa muscular y otros signos asociados con el envejecimiento son un proceso inevitable. Sin embargo, los investigadores están buscando formas en las que podamos frenar el proceso de envejecimiento, específicamente en relación con la pérdida de masa y fuerza muscular.
Cómo evitarla a partir de los 30
Una vez que sabemos qué es la sarcopenia nos interesa averiguar cómo combatirla. El tratamiento principal para la sarcopenia es el ejercicio, específicamente el entrenamiento de resistencia o el entrenamiento de fuerza. Estas actividades aumentan la fuerza muscular y la resistencia utilizando pesas o bandas de resistencia.
El entrenamiento de resistencia también puede mejorar el funcionamiento del sistema neuromuscular (las hormonas) y la capacidad de convertir proteínas en energía en tan sólo dos semanas. El número, intensidad y frecuencia adecuados de ejercicios de resistencia es importante para obtener el mayor beneficio con el menor riesgo de lesión. Tendrás que trabajar con un fisioterapeuta o entrenador experimentado para desarrollar un plan de ejercicios.
Otros tratamientos
Por otra parte, aunque los medicamentos no son el tratamiento preferido para la sarcopenia, se están estudiando algunos que pueden funcionar, entre los que se incluyen:
- Urocortina. Esta proteína puede prevenir la atrofia muscular que puede ocurrir cuando usted está enyesado o tomando ciertos medicamentos. Su uso para la construcción de masa muscular en humanos no ha sido estudiado y no es recomendable.
- Suplementos de testosterona
- Suplementos de la hormona del crecimiento
- Medicamentos para el tratamiento del síndrome metabólico (incluyendo resistencia a la insulina, obesidad e hipertensión)