¿El linfoma es curable? Descubre todo sobre esta enfermedad

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Seguramente hayas escuchado hablar muchas veces sobre el linfoma, pero ¿Sabes si es curable? Se trata de una palabra que da mucho miedo. Son muchos los personajes públicos a los que se les ha visto luchar contra esta enfermedad. Sin embargo, ¿tienes una idea de real de en qué consiste y cuál es el proceso por el que pasa un paciente a la hora de superarlo? Te contamos todo lo que debes saber, aunque, en primer lugar, queremos decirte que es posible hacer frente a este problema, sobre todo si se detecta a tiempo.

¿El linfoma es curable?

Cuando alguien escucha a su médico decir que tiene un linfoma, una de las primeras reacciones suele ser preguntarse si es curable. Cada vez son más los médicos que intentan lanzar un mensaje positivo a la sociedad, asegurando que si se detecta a tiempo, una gran parte de las personas puede curarse o, al menos, «manejar» esta enfermedad.

¿En qué consiste el linfoma?

El linfoma tiene lugar cuando se desarrolla una proliferación maligna de linfocitos. Lo más habitual es que este hecho se dé dentro de los ganglios o nódulos linfáticos. Si por algo se conoce al linfoma, es por haber sido el primer tumor curable. Tanto es así que en los años sesenta sirvió como ejemplo para que multitud de especialistas, mediante el empleo de radioterapia y agentes quimioterápicos, entendieran el desarrollo de otras neoplasias.

el linfoma es curable

Desde entonces, el linfoma se ha convertido en un modelo a partir del cual estudiar cómo curar a un paciente con cáncer. Hay que decir que un linfoma es curable en el 66% de los casos. Ahora, en otros muchos, aunque no se elimine por completo, es posible cronificar la enfermedad. De este modo, aquellos que la sufran pueden tener una vida normal.

Afectación del linfoma

Se puede decir, tras numerosos estudios desarrollados, que el linfoma afecta por igual a mujeres que a hombres. Sin embargo, si nos centramos en la edad, se puede destacar que afecta más a aquellos que tienen más de cincuenta años. Sin embargo, el de Hodgkin también afecta a jóvenes que tienen una edad entre veinte y treinta años. El linfoma no se asocia con ningún factor externo, al contrario de lo que ocurre con otros tumores. De este modo, no existe capacidad de prevención.

Algunos de los tipos que existen están asociados a algunos virus como la hepatitis C o el sida. Por otro lado, en su aparición también influyen algunos pesticidas y las radiaciones. Ahora, realmente, respecto a esto último, no existen datos sólidos con los cuales se pueda actuar para prevenir su aparición. Por ello, los médicos dan mucha importancia a que se lleve a cabo un diagnóstico lo más preciso posible y, sobre todo, precoz. Por supuesto, el linfoma no se diagnostica fácilmente.

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Una de las primeras señales ante las que tendríamos que reaccionar sería un bulto en la clavícula, en el cuello, en la ingle o en la axila, siendo este de origen infeccioso. Por otro lado, existen otros síntomas como la pérdida de peso o la sudoración involuntaria, y la fiebre persistente. En el caso de que el bulto perdure más de tres semanas, es muy importante acudir al médico de familia para que lo revise y pueda darnos una respuesta a su origen.

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¿Cómo se diagnostica un linfoma?

Cuando un paciente se encuentre frente a su médico de cabecera y haya sospecha de que sufre un linfoma, además de un examen físico, puede ordenar algunas de las siguientes pruebas:

  • Análisis de sangre: Teniendo en cuenta que el número de plaquetas, de glóbulos blancos y de glóbulos rojos puede reducirse cuando el linfoma se desparrama en la médula ósea, un análisis de sangre puede dar información sobre cómo están funcionando tanto los riñones como el hígado.
  • Biopsia de los ganglios linfáticos: En este caso, quirúrgicamente se extirpa todo, o tan solo una parte, del ganglio linfático. Este se observará en el microscopio con el fin de analizar las células y saber si estamos hablando o no de un linfoma. A través de la muestra también se pueden realizar en el laboratorio otras pruebas. Entre ellas se encuentra un estudio de genética molecular.
  • Aspiración y biopsia de la médula ósea: En estos casos, se inserta una aguja delgada y hueca en el hueso de la cadera. El objetivo que tiene este procedimiento quirúrgico es extraer una pequeña cantidad de médula ósea líquida. De este modo, se analizará en el microscopio. Esto, realmente, se lleva a cabo cuando el linfoma ha sido diagnosticado. Así, es posible determinar si la enfermedad se ha propagado o no a la médula ósea.
  • Punción lumbar: Se trata de un examen mínimamente invasivo en el cual se extrae una cantidad de líquido cefalorraquídeo pequeña. El fin es analizarlo para saber si existen en él células del linfoma. Esta prueba solo se desarrolla en ciertos tipos de linfoma. También cuando el paciente tiene síntomas que hacen pensar que la enfermedad ha llegado hasta el cerebro.
  • Radiografía del tórax: Se trata de una prueba muy sencilla en la que se le hace al paciente una radiografía del tórax. El fin es buscar ganglios linfáticos agrandados.
  • TC del cuerpo: El objetivo de esta prueba es detectar ganglios linfáticos agrandados o anomalías en otros órganos, sobre todo en la zona de la pelvis, de la cabeza, del abdomen o del cuello.
  • Exploración PET: En esta prueba se utiliza una pequeña cantidad de material radiactivo. De este modo, es más fácil analizar si un ganglio linfático que muestra un tamaño más grande es canceroso. También es posible detectar células cancerosas a lo largo de todo el cuerpo que no se podrían ver con la TAC. A veces, a los pacientes se les somete a esta prueba después del tratamiento. De este modo, pueden saber si el organismo está respondiendo o no adecuadamente. La exploración PET se combina con una RMN o una TC con el fin de observar el cuerpo y la evolución de la enfermedad de forma detallada.
  • Grammagrafía ósea: En esta prueba se inyecta en el interior de una vena un isótopo radiactivo. Este se llama tecnecio 99m y se traslada a aquellas zonas del hueso dañadas. Se lleva a cabo cuando el paciente siente dolor en los huesos. También cuando otras pruebas informan de que el linfoma ha viajado hasta estas partes del cuerpo.
  • Ultrasonido abdominal: Esta prueba se utiliza con el objetivo de examinar ganglios linfáticos agrandados, sobre todo si estos se encuentran en la zona del abdomen. Asimismo, el ultrasonido se usa para fotografiar los riñones y órganos abdominales. Estos pueden verse fácilmente afectados por los ganglios linfáticos agrandados.
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Formas en las que se trata un linfoma

Un linfoma se trata a través de:

  • Quimioterapia: A veces se combina con la radioterapia. En ella se ven involucrados medicamentos que destruyen el cáncer. Se suministran por inyección o por vía oral.
  • Profilaxis del SNC: Se inyectan agentes quimioterapéuticos dentro de la columna vertebral.
  • Radioterapia: En la radioterapia se utiliza radiación para reducir el tamaño de los tumores. De este modo, también se matan aquellas células que son cancerosas.
  • Terapia con anticuerpos monoclonales: En este tratamiento se usan moléculas que se han creado en un laboratorio para unirse, tras reconocer, a las células cancerosas. Trabajan atacando sustancias extrañas como virus y bacterias.

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