El síndrome metabólico no es una enfermedad en sí, sino un grupo de factores que apuntan a un metabolismo disfuncional, y que puede conducir a enfermedades mortales. Para saber qué es el síndrome metabólico, es importante conocer cómo se produce en nuestro cuerpo.
El síndrome metabólico daña los vasos sanguíneos y aumenta en gran medida el riesgo de padecer diabetes, ataques cardíacos, derrames cerebrales, demencia, enfermedad renal, hígado graso, problemas de visión y muchas otras afecciones.
Síntomas del síndrome metabólico
Según los expertos, una persona sufre síndrome metabólico si se dan, al menos, 3 de los siguientes supuestos:
- Presión arterial en reposo de 130/85 o más, o estar tomando medicamentos para bajar la presión arterial actualmente.
- Circunferencia de cintura mayor a 89 cm en mujeres y mayor a 101 cm en hombres. La medida generalmente se toma desde los 2 cm por encima de la parte más alta del hueso pélvico. La circunferencia alrededor del ombligo es una buena aproximación.
- Colesterol HDL o colesterol bueno menor de 40 mg / dL en hombres y menos de 50 mg / dL en mujeres, o estar tomando medicamentos que aumentan el HDL en la actualidad.
- Nivel de triglicéridos en ayunas de 150 mg / dL o más, o estar tomando medicamentos para reducir los triglicéridos actualmente.
- Nivel de glucosa en sangre en ayunas (azúcar en sangre) de 100 mg / dL o más.
¿Cómo comienza el síndrome metabólico?
Para conocer mejor qué es el síndrome metabólico, es importante conocer los factores de riesgo que lo provocan y cuando comienza a desarrollarse. El síndrome metabólico, generalmente, comienza con resistencia a la insulina, que ocurre cuando las células la rechazan.

Esto es lo que sucede en nuestros cuerpos. Normalmente, transformamos los azúcares y almidones que ingerimos en una forma de azúcar llamada glucosa. El torrente sanguíneo transporta la glucosa a las células del cuerpo. La insulina, una hormona producida por el páncreas, «introduce» la glucosa en las células, donde se convierte en energía. Eres resistente a la insulina si tus células no quieren «aceptar» la insulina que entra.
Por lo tanto, el páncreas tiene que bombear más insulina en un esfuerzo por abrir esas «puertas «de las células para evitar que los niveles de azúcar en sangre suban demasiado. Por esta razón, los niveles de insulina de las personas con síndrome metabólico, prediabetes o diabetes suelen ser más altos que los niveles de insulina de otras personas.
En aproximadamente la mitad de los casos, la resistencia a la insulina provoca que los niveles de azúcar en sangre sigan aumentando y potencia la aparición de diabetes tipo 2 (que aparece cuando la glucosa en ayunas es de 126 o más).
Al final, el páncreas puede dañarse, ya que durante años ha estado a toda funcionando más de lo que permite su capacidad, bombeando mucha insulina y tratando de atravesar las puertas de las células. Cuando no puede producir suficiente insulina extra para superar la resistencia a la insulina, las personas que han tenido diabetes tipo 2 durante muchos años deben recurrir a inyecciones de insulina.
¿Cuáles son las causas de la resistencia a la insulina?
La gran mayoría de las personas con resistencia a la insulina tienen sobrepeso, pero los científicos afirman que la susceptibilidad genética también juega un papel importante, porque muchas personas que están en su peso ideal son resistentes a la insulina mientras que otras que son muy obesas, no.
Además de tener sobrepeso y la tendencia genética, otros factores que contribuyen a la resistencia a la insulina son:
- Dieta poco saludable: incluso en personas de peso normal, una dieta alta en grasas y alimentos procesados altamente refinados como azúcares, pan blanco y cereales secos se asocia con un mayor riesgo de desarrollar resistencia a la insulina y todos los demás aspectos del síndrome metabólico.
- Sedentarismo.
- Fumar.
- Envejecimiento.
¿Cómo prevenir el síndrome metabólico?
No existe un tratamiento específico para tratar el síndrome metabólico: farmacéuticamente, se trata de forma independiente. Las personas toman un tipo de medicamento, generalmente estatinas, para controlar el colesterol; otro para disminuir la presión arterial; otro para disminuir los triglicéridos y otros para tratar la hiperglucemia. Hasta la fecha, no se han aprobado medicamentos para la resistencia a la insulina.
Un enfoque mucho más acerado que trata el problema en general, es la forma más natural: una dieta saludable y ejercicio regular. También es la forma más efectiva, porque se enfoca en las raíces del problema: mala alimentación, falta de actividad física y exceso de grasa corporal, especialmente en el vientre.
El exceso de grasa abdominal es problemático porque no es solo un indicio latente de gordura. Esas células grasas, envueltas alrededor de órganos como el hígado y el páncreas, son muy activas. Bombean hormonas y otras sustancias químicas que elevan la presión arterial, empeoran los niveles de colesterol, ralentizan nuestro metabolismo y estropean el delicado sistema por el que actúa la insulina, provocando resistencia a esta.
Las sustancias químicas que secreta la grasa abdominal también desencadenan inflamación en todo el cuerpo. Algo realmente delicado, porque los altos niveles de inflamación están cada vez más relacionados con un mayor riesgo de ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares, osteoartritis e incluso la enfermedad de Alzheimer.
Consejos para prevenir el síndrome metabólico
Hacer cambios en el estilo de vida puede ayudar a controlar el síndrome metabólico. El objetivo es prestar atención a los factores que ponen en riesgo la posibilidad de contraer una enfermedad cardiovascular. Si tienes sobrepeso o diabetes, hacer pequeños cambios puede tener un gran impacto. Esto incluye hacer ejercicio de forma frecuente, perder al menos el 10% de del peso corporal y cambiar tus hábitos alimenticios.

Es importante establecer metas razonables que puedas alcanzar. Lo mejor es empezar por hacer pequeños cambios y progresar poco a poco. Estos son los más importantes:
Pierde el exceso de peso
- Sigue un plan alimenticio adecuado para ti.
- Baja de peso lenta y constantemente. Intenta perder aproximadamente el 10% de tu peso actual en los próximos 6 a 12 meses.
- Lleva un registro de tu peso.
- Toma las mejores decisiones sobre tu alimentación:
- Siéntate a la mesa para comer.
- Concéntrate en tu comida. No realices otras actividades como ver televisión.
- No esperes hasta estar completamente lleno para dejar de comer.
- No comas porque estés aburrido, cansado, estresado o triste.
Sigue una dieta saludable
- Come más frutas y vegetales.
- Come carne magra.
- Intenta evitar la comida rápida.
- Hornea o asa tu comida, evita freírla.
- Controla la sal.
- Reduce las grasas saturadas.
- Opta por los alimentos integrales.
- Consume más alimentos ricos en fibra, como legumbres, frutas y verduras.
- Come menos azúcar.
- Limita o elimina los refrescos y otras bebidas azucaradas de tu dieta, incluso los zumos.
Haz más ejercicio
- Haz un poco de ejercicio todos los días.
- Comprométete a hacer más ejercicio.
- Encuentra formas de hacer más ejercicio durante el día:
- Aparca más lejos de tu destino.
- Utiliza las escaleras en lugar del ascensor.
- Haz pequeños ejercicios, como levantar las piernas o contraer el estómago, mientras estás sentado o acostado en la cama.
Visita a tu médico
- Hazte exámenes médicos con regularidad.
- Pídele consejo a tu médico sobre un plan de dieta y ejercicio adecuado para ti.
Deja de fumar y evita el consumo de alcohol
Consulta con tu médico si hay programas o medicamentos que te ayuden a dejar de fumar. Dejar de fumar te ayudará a alcanzar sus metas, ya que es el factor de riesgo más peligroso para la mayoría de las enfermedades.