Las personas con enfermedades cardiacas no tienen por qué descuidarse físicamente: de hecho, el ejercicio es algo que se recomienda a las personas que sufren alguna cardiopatía. En nuestro artículo de hoy te contamos cómo se puede entrenar con enfermedades cardíacas, los mejores ejercicios y los beneficios de seguir con un estricto plan de entrenamiento.
Entrenar con enfermedades cardíacas: ¿por qué hacerlo?
Los médicos recomiendan a las personas que tienen alguna enfermedad cardíaca practicar ejercicio. La actividad física es ideal para ayudar a fortalecer el músculo del corazón (el miocardio), ayudar a controlar y regular la presión arterial y también te permite regular y mantener los niveles de colesterol. Es importante que este ejercicio se realice de manera frecuente, pero tampoco se debe abusar del entrenamiento para no estresar de más al corazón.
Otro de los beneficios que se pueden obtener al entrenar con enfermedades cardíacas es que se disminuyen los síntomas aparejados a estos padecimientos como, por ejemplo, el dolor de pecho. Muchas personas que tienen alguna cardiopatía suelen tener algún otro padecimiento como la diabetes, y entrenar en estas condiciones ayudaría a mejorar los niveles de azúcar presentes en la sangre. Además, con el entrenamiento se puede bajar de peso, algo que, sin duda, los médicos piden a sus pacientes.
Por supuesto, si tienes algún problema cardíaco te recomendamos visitar a tu médico antes de hacer cualquier actividad física. Él es la persona más adecuada para guiarte y proporcionarte la información acorde al ejercicio a realizar según el problema que tengas. Los casos a los que debes prestar especial atención es si has sufrido un ataque al corazón, si tienes dolores de pecho, dificultad para respirar o presión, o si tienes diabetes o has sido sometido a alguna cirugía del corazón.
Qué ejercicios puedes hacer para entrenar con enfermedades cardíacas
Uno de los mejores ejercicios para entrenar con enfermedades cardíacas es la actividad aeróbica. Aquí encontramos el cardio, que toma su nombre porque los órganos que más se emplean son el corazón y los pulmones, ya que estos se ven expuestos durante largos períodos de tiempo durante la actividad física. Además, este tipo de actividad ayuda a mejorar los niveles de oxígeno y la circulación. Por supuesto, no lleves al límite a tu corazón o podría resentirse.

Debes de comenzar el entrenamiento dedicando unos minutos para calentar y estirar, y también para poner a tu corazón a funcionar como es debido. Después de hacer ejercicio, descansa un tiempo apropiado para recuperarse. También es muy importante que, durante la actividad, busques momentos para recuperarte y tomar aire, beber agua… Si te sientes agotado o con síntomas de la enfermedad, suspende el ejercicio para poder recuperarte o acudir al médico si las molestias son muy fuertes.
El tipo de ropa
La ropa que utilices al entrenar es muy importante para realizar la actividad de una forma adecuada. Dependiendo de la temperatura del ambiente, es mejor ejercitarse por la mañana o por la noche. En verano siempre aconsejamos entrenar a primera hora de la mañana y, en invierno, en horas donde el sol caliente un poco. Por supuesto, escoge bien la ropa que utilices para entrenar. Es muy importante que, cuando hagas deporte y haga frío, te cubras la nariz y la boca, en caso de que hagas ejercicio al aire libre.
Quizás te preguntes si es bueno seguir una rutina de resistencia, o con pesas, si tienes alguna enfermedad cardíaca. Con este tipo de actividad física puedes mejorar la fuerza y ayudar a los músculos del corazón a trabajar de forma conjunta. A la larga, notarás que puedes realizar tus actividades diarias sin ningún problema. También debemos destacar que no potencia la función cardíaca y respiratoria como lo hacen los ejercicios aeróbicos.
Lo primero que tienes que hacer si te han descubierto una cardiopatía o si ésta ya ha sido diagnosticada y quieres pasarte al entrenamiento de fuerza, es preguntar a tu médico si puedes hacerlo y con qué frecuencia y potencia es adecuado practicarlo. Vale más entrenar poco o ligero, que sobreexponer al corazón a esfuerzos innecesarios. Para estar saludable, teniendo una enfermedad cardiovascular, basta con tomar los medicamentos y seguir la dieta que el médico recomiende.
Otra de las recomendaciones que te damos es que te tomes el tiempo necesario para respirar y sobreponerte al esfuerzo, además, por supuesto, del correspondiente descanso entre ejercicios que ya hemos mencionado previamente.
Entrenar con enfermedades cardíacas: estar atento
La mayoría de las personas, por naturaleza, somos tercos y obstinados cuando de enfermedades se trata. Nos creemos invencibles, pero, en definitiva, no somos ni Superman ni la Mujer Maravilla. Por tanto, parar y bajar el ritmo o, en definitiva, no entrenar, son situaciones aceptables. Es posible que al entrenar con enfermedades cardíacas sufras algún síntoma que, por supuesto, no debes tomar a la ligera. Sabemos también que cuando entrenamos, tendemos a sentirnos poderosos y capaces de realizar todo cuanto se nos proponga. Con una enfermedad cardíaca es mejor bajar un poco el ritmo.
Algunos síntomas que puedes experimentar y ante los que debes de acudir de inmediato al médico para que te ayude a controlarlos son dolor de pecho, vértigos o mareo, pulso irregular, dificultad para respirar y náuseas. En caso de presentar alguno de estos síntomas, lo mejor que puedes hacer es suspender la actividad física y consultar, cuanto antes, al médico.
¿Y si estás entrenando y los síntomas se presentan de golpe? Es cierto que todos, absolutamente todos, podemos tener una emergencia de cualquier tipo mientras practicamos alguna actividad física. Pero, al entrenar con enfermedades cardíacas, las posibilidades aumentan y nuestra capacidad de reacción debería de ser superior. Para empezar, lleva siempre contigo píldoras (bajo receta médica) que te ayuden a regular la presión arterial y ten a mano el móvil y contacto de emergencia por si acaso.

Consejos para entrenar con enfermedades cardíacas
También es muy importante que lleves un registro o control de lo que estabas realizando al momento. Si estás entrenando y te sucede algo, es evidente que con el estrés del momento no puedes tomar nota, pero intenta memorizar la hora y el tipo de actividad que estabas practicando para reportarlo al médico tan pronto como puedas. En caso de que los síntomas no desaparezcan con el cese de la actividad física, no dudes en contactar de inmediato con los servicios de emergencias y con el médico que lleva tu caso.
Algo que sin duda debes de aprender a hacer es a controlar y medir tu frecuencia cardíaca. Lo más importante es que aprendas a identificar tus pulsaciones mientras estás en reposo, pero también a cuánto ascienden si estás practicando algún tipo de actividad. Así podrás saber si tu corazón late a la frecuencia recomendada para tal o cual ejercicio. Si notas que la frecuencia acelera, entonces deberás disminuir la intensidad del ejercicio.
Existen muchos vídeos tutoriales que te explicarán la mejor manera de tomarte el pulso. La mejor manera es colocar tus dedos índice y anular en la mano opuesta y contar los latidos. Otra manera de tomarte las pulsaciones es a través de la carótida. ¿Y cómo saber dónde se encuentra? Empezamos por decirte que coloques los dedos en el cuello, a un lado de la tráquea. Notarás los latidos casi de forma inmediata e instintiva. Debes de hacer este procedimiento por al menos un minuto. Por supuesto, no te olvides de tomar mucha agua.