El desayuno es, en muchos sentidos, una de las comidas más restrictivas del día, ya que se debe comer antes de las 11 am para evitar tomarlo cuando llegue el mediodía. Es importante que sea lo suficientemente completo y que de la energía necesaria para iniciar el día, ya sea para hacer ejercicio, ir al trabajo o alguna otra tarea.
También hay ciertos alimentos que, por lo menos sin razón lógica, parecen, al menos en la cultura occidental, ser considerados universalmente inapropiados para el desayuno: podemos tomar salmón pero no un filete de atún, comemos pan con mantequilla y mermelada pero no spaghettis a la carbonara, y si bien la fruta es perfectamente aceptable, una ensalada parecería extraña.
¿Es mejor para nuestro organismo tomar un desayuno dulce o salado?
La clave entre los diferentes desayunos que disfrutamos es el hecho de que pueden ser dulces o salados. Para aquellos más interesados en los postres, el hecho de poder preparar una comida completa alrededor del azúcar es su sueño, mientras que los que se despiertan con un antojo salado intenta comenzar el día con algunas tostadas bien completas. Aunque hay personas que toman un desayuno dulce o salado dependiendo del día, la mayoría de nosotros solemos tomar siempre lo mismo por la mañana.
Parte de esto es cultural, en América los desayunos tienden a ser más dulces. Esto se puede remontar a la proliferación de cereales en caja durante el baby boom como un desayuno sin complicaciones que se comercializó mucho para dárselo a los niños. En el momento en que estos niños crecieron y estaban listos para convertirse en padres, muchos cambiaron hacia una alternativa más saludable como el muesli o la avena, pero el elemento dulce seguía presente en su rutina de desayuno.

En muchos países asiáticos, el desayuno no está particularmente diferenciado de otras comidas, y los tazones de caldos de fideos salados son comunes por la mañana, pero incluso en países como Corea o Japón, los supermercados tienen pasillos llenos de cajas con muchas opciones de cereales dulces. Europa también empuja a sus hijos hacia los desayunos dulces por la mañana, pero generalmente se decantan por la bollería o las tostadas con diferentes tipos de conservas dulces, como la mermelada o la crema de cacao.
Pero, posiblemente, la razón más importante por la que nos decantamos por un desayuno dulce o salado provenga de lo que comimos la noche anterior. Desayunamos por la mañana para poner en marcha nuestro metabolismo y evitar el hambre durante todo el día. Cuando tomamos una cena rica en carbohidratos refinados, los niveles de azúcar en sangre aumentan, lo que significa que el cuerpo exige algo dulce para equilibrarlo. Si hemos comido un plato lleno de pasta justo antes de acostarnos, es mucho más probable que no despertemos con ganas de unas magdalenas o un pastel.

La principal razón para desear alimentos salados es la falta de sodio, que generalmente es causada por la deshidratación. Si tomamos vino o cerveza en la cena en lugar de agua, o si hacemos ejercicio y no nos rehidratamos adecuadamente en las noches, podemos despertarnos con ganas de comida más salada, cuando en realidad lo que necesitamos es un gran vaso de agua.
Entonces, ¿qué es más beneficioso, un desayuno dulce o salado? Pues dependerá de los nutrientes que necesitemos. Si queremos asegurarnos de obtener la suficiente proteína por la mañana, podemos tomar huevos, lonchas de pavo o yogur con frutos secos. Al mismo tiempo, si queremos evitar alimentos procesados, como la bollería o los cereales, lo ideal es comer grasas y azúcares saludables como la fruta o el aguacate, en vez de hidratos de carbono simples. Siempre que cumplamos con las reglas de la alimentación y llevemos un buen control de macronutrientes, no importa si el sabor principal es más dulce o salado.