Efectos y consecuencias de la exposición a los rayos solares en la piel

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La piel ha de recibir siempre constantes cuidados. Debe de mantenerse hidratada y protegida. Ahora que llega el verano, el bronceado se ha convertido en el elemento estrella de belleza. Por lo que es beneficioso conocer cuales son los efectos adversos que supone la exposición a los rayos solares en la piel. Es conveniente saber, que exponerse al sol sin ningún tipo de protección, provoca daños para nuestra piel. Trae como resultados tanto a largo plazo como a corto, importantes riesgos. Tales como el envejecimiento precoz de la misma, y la aparición de manchas. Que pueden ocasionar graves problemas en nuestra salud. Para ello, es importante saber qué tipo de piel tenemos y cual es la protección adecuada que debemos usar para cada una de ellas.

Es evidente que las pieles claritas, precisa de una protección más elevada. Por lo que es más arriesgado su exposición al sol en las horas claves del día y durante un tiempo prolongado, que las pieles más oscuras.

La aplicación del protector solar, previene enfermedades graves en la piel

Entre las ventajas que ofrece usar protector solar, se encuentran, no sólo proteger la piel, sino que consigue un bronceado más atractivo. Es cierto cierto que, el protector solar, ralentiza el bronceado exprés. Aunque no significa que su aplicación evite el bronceado. Simplemente, que el mismo, se produce de forma más ralentizada. Lo positivo es que obtiene resultados más saludables para la piel. Evitando las posibles enfermedades que se producen por la exposición reiterada al sol.

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Para saber qué factor de protector solar debemos aplicar hay que atender a una serie de características fisionómicas. Que se miden en función del color de los ojos y el pelo, incluido. Las pieles y ojos claros, acompañados de un color rubio pelirrojo con pequitas, deben utilizar un factor de protección 50. Es un perfil de piel que suele quemarse con facilidad y hay que tener especial cuidado. Ya que por su delicadeza, asume grandes riesgos.

La piel blanca con un bello claro, también suele quemarse con facilidad. Pero al mismo tiempo, se pigmenta con mayor rapidez. La piel morena, y personas con bello oscuro, se broncea con facilidad. Pudiendo utilizar un factor moderado de nivel 15. Y luego, existen las pieles oscuras, que se broncean con mayor rapidez y no por ello, no exenta de protección. Con un factor de nivel 6 u 9. Manteniendo una piel protegida.

No todos los tipos de piel tienen los mismos efectos ante los rayos ultravioletas

Esto es así porque la piel absorbe los efectos de los rayos ultravioletas y produce melanina, con gran rapidez. Actuando como una fuente de memoria. Que recuerda con facilidad los excesos de exposición al sol, y genera un sistema de protección a los rayos. Un sistema de defensa, que es el bronceado. A veces puede desembocar en efectos graves. Como es el fotoenvejecimiento. Esto es, el deterioro de la piel debido a una exposición excesiva. Que da lugar a manchas, cicatrices o arrugas, sobretodo cuando se producen quemaduras. Provocando daños a corto o largo plazo. Entre ellos, las arrugas y las manchas, más visibles conforme avanza la edad. Incluso en edades tempranas, como las llamadas patas de gallo en los párpados.

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En las situaciones más complejas, puede traer graves consecuencias. Como el melanoma. Es un tipo de cáncer de la piel, proliferada por una reproducción descontrolada de células llamadas melanocitos.

Por otro lado, tomar el sol tiene grandes ventajas. Como la activación de la circulación. Potencia la creación de vitamina D. a través de la melanina y ayuda a fortalecer los huesos.

Es por ello, que es conveniente conocer los efectos generales que supone la exposición de los rayos solares en la piel. Con el fin de buscar tu propio equilibrio. Pudiendo mantener un bonito bronceado, al mismo tiempo que lucir una piel firme y sana. Sin que pongamos en riesgo nuestra salud. Es por ello, que me lleva a recordar esa frase tan típica y sonada de la infancia, que perdurará para siempre. Cuando las madres decían ¡échate cremita!.

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