Durante mucho tiempo se ha pensado que la leche únicamente tiene beneficios. Aunque sí es cierto que tiene muchos y que es indispensable durante los primeros años de vida, también es cierto que los seres humanos somos los únicos mamíferos que consumimos leche en la etapa adulta y que su consumo excesivo también tiene sus riesgos. Entonces ¿se puede o no consumir lácteos?
¿Por qué se consumen tantos lácteos?
En ningún momento se ha informado de los riesgos que tiene el consumo excesivo de leche y sus derivados, sino todo lo contrario. Continuamente se dice que la leche es buena para la salud y que es un alimento muy importante e indispensable en cualquier dieta. Pero hay estudios que respaldan que si se consume este producto de forma excesiva puede ser peligroso para la salud.
Los lácteos y los huesos
Que la leche es muy buena para los huesos gracias a su alto contenido en calcio es una frase muy común. Esta afirmación, sin embargo, no es del todo cierta. Los huesos están en una constante remodelación y necesitan calcio para poder llevarla a cabo. Por este motivo, es necesario que el organismo tenga la cantidad suficiente de este mineral disponible. Pero el cuerpo necesita únicamente el calcio que va a gastar para llevar a cabo este proceso. Es decir, cuando la cantidad es superior a la necesaria, deja de ser beneficioso para el organismo.
La cantidad de calcio que se absorbe en el cuerpo depende de la cantidad de magnesio. La leche es rica en calcio pero tiene poco magnesio, por lo que el cuerpo solo es capaz de absorber el 25% del calcio que contiene este producto. El 75% restante puede ocasionar cálculos renales, aumentar el riesgo de desarrollar placas de ateroma, las cuales podrían obstruir las arterias, o artritis.
Un estudio realizado en el 2005 y que se publicó en la revista Pediatrics demostró que un mayor consumo de leche no aumenta proporcionalmente la integridad ósea en los niños. Otro estudio que se realizó en la Escuela de Enfermería de Harvard hizo un seguimiento a 72.000 mujeres durante 18 años para observar si existía algún factor protector en la leche que evitara fracturas. Se concluyó que la leche no disminuía ese riesgo.
¿Qué se necesita para tener unos huesos fuertes y sanos?
La mejor manera de aumentar la densidad ósea y tener unos huesos fuertes y sanos es mediante el ejercicio. A través de la actividad física se reduce considerablemente el riesgo de padecer enfermedades como la osteoporosis y sufrir fracturas. Y si además se reduce la ingesta de sodio y se aumenta el consumo de alimentos de origen vegetal que contengan calcio, como la col, la col rizada, el brócoli, los frijoles o los frutos secos, se puede reducir aún más el riesgo de padecer las enfermedades anteriormente nombradas. A su vez, el cuerpo obtiene el calcio que necesita de productos no lácteos.

Riesgos de consumir demasiados lácteos
Además de la leche, hay otros productos derivados de esta, como el queso, el helado, la mantequilla o el yogur, que no solo pueden darle al cuerpo más calcio del que necesita si se consumen en exceso, también contienen grasas saturadas, lo cual puede aumentar el colesterol malo (LDL) en sangre y desencadenar una enfermedad cardiovascular.
El consumo excesivo de lácteos también se ha asociado a un aumento en el riesgo de desarrollar un cáncer. Esto se debe a que estos productos contienen un factor de crecimiento similar a la insulina (IGF-1) que se ha visto asociado al cáncer de mama y de próstata. Un estudio demostró que el riesgo de padecer cáncer de próstata aumentaba en aquellos hombres que habían estado consumiendo más de 2,5 porciones de lácteos al día respecto a los que habían consumido solo media ración.
Además del IGF-1, los metabolismos de estrógeno que contiene la leche pueden provocar que una mujer desarrolle cáncer de mama y ovario. Estos metabolismos ocasionan que el crecimiento y la reproducción de las células se alteren y descontrolen. Y el consumo de lácteos representa entre el 60 y el 70% del consumo de estrógeno en la dieta. Además de todo esto, la leche contiene galactosa, un azúcar simple o monosacárido que puede dañar las células ováricas y aumentar la posibilidad de padecer un cáncer.
Alergia e intolerancia a los lácteos
A todos los problemas que puede provocar el consumo excesivo de leche y sus derivados, hay que añadir que el organismo de hasta un 70% de los adultos no asimila correctamente la leche. Esto es porque el cuerpo, según envejece, tiene más dificultades para digerir los lácteos. De ahí a que muchas veces la digestión se vuelva pesada o aparezcan dolores de estómago.
También existen la alergia y la intolerancia a la lactosa, problemas cada vez más comunes en la población. Los síntomas cuando se sufre alguna de estas patologías pueden ser la aparición de ronchas, sensación de picazón y hormigueo en labios y boca, hinchazón de labios, lengua y garganta, tos y dificultad para respirar, vómitos, malestar gastrointestinal, diarrea…

¿Leche sí o no?
Todos los problemas y riesgos que se han comentado en este artículo están basados en estudios científicos, pero se refieren al consumo excesivo de leche y sus derivados. Es decir, la leche no es dañina para el organismo si se consume de una forma moderada y dentro de una dieta variada y equilibrada. Así que no pasa nada si de vez en cuando se consume leche o, de forma diaria, una pequeña porción de productos lácteos.
No obstante, existen algunas alternativas a la leche de vaca y que también pueden ser una excelente opción, como la leche de almendras, que puede combinarse con avena, cereal y café; la leche de coco, que contiene grasas muy saludables para el corazón y aumenta el colesterol bueno (HDL), la leche de arroz, la menos alergénica de todas; y la leche de soja, que le da al organismo la misma cantidad de proteína que la de vaca y es rica en potasio.