Si de algo hemos de estar seguros es que tenemos que variar nuestro entrenamiento para que el cuerpo no se acostumbre a lo que hace. Se trata de sorprender al cuerpo cuando menos se lo espere y así conseguir mejorar nuestro rendimiento. Las cuestas son el entrenamiento ideal para conseguirlo, con ellas ganaremos muchos beneficios que nos ayudarán a mejorar nuestros tiempos.
¿Por qué hay que incluir cuestas en nuestros entrenamientos?
La respuesta sencilla, sería porque son fundamentales para mejorar nuestra velocidad. Pero si necesitamos una explicación un poco más detallada, hay que incluirlas por las siguientes razones:
- Entrenar en cuestas nos va a fortalecer el tren inferior, pero también el superior. Necesitaremos un buen impulso de brazos para conseguir subir de la manera más correcta posible.
- Ayuda a mejorar la técnica de carrera.
- Conseguiremos mejorar nuestra velocidad. Es algo obvio, si nos acostumbramos a correr hacia arriba conseguiremos correr más rápido en terreno llano.
Con la inclusión de cuestas no estoy hablando de hacer largos kilómetros en subida, sino en recorrer pequeñas cuestas (desde 50 metros a 1 kilómetro) de la manera más rápida posible, pero calculando bien llegar arriba sin pararnos.
Según el tipo de cuesta deberemos afrontarla de una manera u otra.
- Cuestas cortas: Nos pondremos frente a una cuesta con un desnivel considerable y una distancia aproximada de 50 metros. Es necesario hacer una subida fuerte y rápida, ya que trabajáremos la potencia del tren inferior. Es una manera sencilla de compensar ese día de gimnasio que no fuiste.
- Cuestas medias: Perfectas para trabajar la capacidad anaeróbica. Serían hasta los 200 metros de manera aproximada. No es necesario ir a tope como en las anteriores pero debemos mantener un ritmo que nos cueste y con deuda de oxígeno.
- Cuestas largas: Aquí utilizaremos las cuestas que sean superiores a 200 metros, no buscamos ir a tope sino regular el ritmo a la cuesta que vamos a desafiar para poder terminar de la mejor forma posible.
El descanso nos lo tomaremos en el momento de descender, lo haremos tranquilos para que nuestras pulsaciones se relajen y nos permitan volver a atacarlas.
Otro tipo de ejercicios en el que jugamos con estas sería el entrenamiento en la montaña.
Si estos ejercicios son incluidos en nuestra rutina de entrenamiento, en cuestión de meses nos encontraremos con una mejora de fuerza y de velocidad que nos llamará la atención.