Los pulsómetros son elementos extremadamente útiles a la hora de entrenar. Generalmente, la frecuencia cardíaca es un indicador fiable sobre la intensidad del ejercicio, así que el entrenar con un pulsómetro puede ayudarte a trabajar duro sin llegar a un sobre esfuerzo que pueda derivar en alguna lesión o dolencia. Un pulsómetro, por tanto, puede ser de gran ayuda, siempre y cuando sepamos entender bien los datos que nos ofrece. Si interpretamos erróneamente dichos datos podemos cometer fallos en nuestro entrenamiento que puedan costarnos la salud, ya que es con nuestro sistema cardiovascular con lo que estamos trabajando.
Por tanto, si decidimos entrenar con un pulsómetro tenemos que hacerlo racionalmente, sabiendo que son instrumentos que nos aportan información valiosa para entender nuestra capacidad a posteriori, pero que en ningún momento deben convertirse en una obsesión a la hora de entrenar. ¿Quieres aprender a entrenar con tu pulsómetro adecuadamente y sin riesgos? En este artículo te contamos cómo.
Errores frecuentes que no debes cometer al entrenar con un pulsómetro
En primer lugar, hay que tener en mente que por el simple hecho de utilizar un pulsómetro nuestro entrenamiento no va a ser automáticamente más efectivo. Como cualquier otro dispositivo, para entrenar con un pulsómetro tenemos que atenernos a una serie de pautas para poder sacarle todo el partido y no cometer errores. Es importante saber también para qué sirve el pulsómetro: mide nuestras pulsaciones por minutos al instante y nos indica el tiempo que hemos empleado en realizar un recorrido determinado, pero hay que tener en cuenta que los pulsómetros no son infalibles y que debemos tener en cuenta su margen de error a la hora de entrenar.
Error nº1: Utilizar el pulsómetro para entrenamientos de velocidad
Este es uno de los errores más comunes que podemos cometer al entrenar con un pulsómetro, ya que no son nada útiles en las sesiones de entrenamiento de alta intensidad. En este tipo de entrenamientos se realizan trabajos que exigen un gran esfuerzo durante un tiempo máximo de un minuto, y el pulsómetro no llega a detectar nuestra frecuencia cardíaca con exactitud. ¿El motivo? Un fenómeno llamado «retraso cardíaco», que consiste en que la frecuencia cardíaca tarda un poco en subir a un nivel de intensidad en el que pueda estabilizarse cuando se aumenta repentinamente la intensidad del ejercicio.
En estos casos, al pulsómetro no le da tiempo a captar este cambio en la frecuencia cardíaca, ya el tiempo de descanso es también reducido (apenas unos segundos) y las pulsaciones no llegan a estabilizarse, sino que continúan variando y los datos del pulsómetro no son fiables. Por tanto, utilizar el pulsómetro en este contexto puede ser contraproducente ya que nuestro corazón va a estar trabajando a más nivel del que podemos medir y, creyendo que aún tenemos margen para aumentar la intensidad porque no tenemos muy altas las pulsaciones, podemos caer en el sobreesfuerzo.
Error nº2: Intentar entrenar por pulsaciones
Seguro que conoces la famosa fórmula de 220-edad para calcular tu frecuencia cardíaca máxima, pero lamentamos comunicarte que no es infalible ya que es demasiado arbitraria y no permite obtener datos del todo fiables. Por tanto, diseñar el entrenamiento en función de unas pulsaciones determinadas es un error. No se pueden marcar ni la intensidad ni el ritmo de una sesión de entrenamiento únicamente en función de un número de pulsaciones por minuto, ya que hay numerosos agentes externos que también influyen en el pulso. Factores corporales como el estrés, las malas digestiones o los catarros influyen en nuestra frecuencia cardíaca, así como otros factores externos como el clima, el terreno, la hora a la que entrenemos, etc.
La mejor opción para obtener una frecuencia cardíaca de referencia en base a la que entrenar es realizar una carrera a un ritmo medio en una superficie llana durante unos 3o minutos controlando nuestras pulsaciones y, al final, seleccionar la que ha sido nuestra frecuencia cardíaca media durante ese tiempo. Esta será nuestra referencia, y la mayoría de los entrenamientos tendremos que hacerlos a frecuencias inferiores, combinando con dos o tres veces por semana (si entrenas todos los días) con un entrenamiento a un ritmo superior a nuestra frecuencia media.